Herederos de Poder

Herederos de Poder
Portada del relato

martes, 3 de junio de 2008

Capítulo 6

Llevaba unos cuantos años ejerciendo como médico, pero ni en todo ese tiempo, ni en el de residente había visto un caso parecido. Cuando lo habían llamado para acudir a un accidente no creyó que se iba a encontrar a un hombre medio mutilado... dentro de una oficina.

Ezequiel se mesó los cabellos pensando y volvió a leer lo que le dijo la gente de allí. Según las explicaciones dadas por los demás trabajadores presentes, el hombre no se había caído, ni nadie se había acercado a él, pero entonces ¿cómo se había roto las piernas por tantas partes? Era inexplicable, pero lo peor era la amputación de la lengua y los ojos sangrantes... y esa sensación de pánico en su rostro, lívido como la cera y sus gritos. Habían tenido que darle sedantes tan fuertes como para dormir a un caballo para que dejara de producir esos alaridos que ponían el pelo de punta. No, definitivamente nunca había observado un caso así.

-Un día de estos tus neuronas saldrán corriendo por hacerlas trabajar tanto –dijo una voz a su espalda.

Era Aura, una de las jóvenes enfermeras que trabajaba en el hospital. Ezequiel observó el largo cabello rubio de la joven y su sonrisa. Desde que la conocía siempre tenía una sonrisa en su cara y cuando la veías parecía que todos tus problemas se diluyeran y sus movimientos... eran los movimientos más suaves que había visto, pareciendo que todo a su paso fuera armonía con ella.

-No te rías de mí. Si hubieras visto lo mismo que yo esta mañana no te reirías tanto.

-A ver ¿qué has visto? ¿Un niño que tenía la manía de comerse la pintura de las paredes? No, mejor. Una mujer que le picó un mosquito en la garganta y ha caído en coma –dijo divertida mientras jugueteaba con un libro en sus manos.

-No, mucho peor –contestó él totalmente serio- el tipo tenía las piernas rotas, los ojos ensangrentados y…

-La lengua cortada –acabó de decir Aura asustada.

-¿Cómo lo sabes? –Preguntó moviéndose para encararla- Lo han puesto en un lugar apartado, no lo puede ver nadie.

Miró a los ojos de la joven y solo podía ver miedo. Ella lentamente le acercó el libro que tenía entre las manos, enseñándole una de las ilustraciones del mismo, donde se veía el grabado de un hombre con las mismas heridas que le había relatado Ezequiel.

-La furia de Orcus ¿qué es esto?

-Este libro habla de una leyenda, sobre una maldición lanzada por un demonio y ésta es una de las formas de castigo.

-Vaya, no se anda con chiquitas el tal Orcus –dijo Ezequiel mirando el grabado.

-Esa es la más… suave –dijo ella haciendo una mueca.

Ezequiel observó una cosa en el grabado que le llamó la atención.

-¿Me dejarías el libro? Te estaría eternamente agradecido, duendecillo.

-Tranquilo, puedes quedártelo el tiempo que quieras. Es uno de los pocos libros que ha conseguido ponerme los pelos de punta.

-¿Por qué?-preguntó volviéndose antes de salir.

-Porque muchas cosas de las que cuenta, están pasando ahora mismo a nuestro alrededor –contestó ella abrazándose, como si con tan solo ese pensamiento se le hubiera helado la sangre.

Dejó a Aura allí y subió hasta donde estaba el paciente de esa mañana. En el libro había visto una cosa y quería comprobarlo. Corrió por los interminables pasillos, extrañamente vacíos, ya que en ese ala habían cortado el acceso para evitar a los curiosos, hasta que llegó a la puerta de la habitación. Cogió aire y volvió a mirar el grabado antes de entrar. El paciente aún estaba dormido, le habían tenido que dar un sedante potentísimo debido al estado de ansiedad que tenía.

Ezequiel dudó un momento, antes de retirar, lentamente, las sábanas, mesándose los cabellos tras comprobar que su pálpito era certero. Ese hombre tenía la misma marca que venía en el grabado, la marca de la furia de Orcus.

1 comentario:

NuriaR84 dijo...

Pobrecico hombre, ¡a saber lo que habrá pasado! ¿Los demonios pueden no dejarse ver? Uhm... Me ha picado la curiosidad por lo que sabe Aura de lo que está pasando en el mundo que es calcado a lo del libro.